TP-Ascension – Cuando un amigo se va. . .

“Algo se muere en el alma…

 Mateo 28, 16-20

Por José Ramón Ruiz Villamor Sacerdote (miembro de CSJ)

. . .  cuando un amigo se va” tarareaba el emocionado corazón polaco de Juan Pablo II en su visita a España en 1993.

En mi corazón castellano borbota también esta entrañable, melancólica y chispeante canción sevillana a la par que releo el trozo de evangelio de Mateo:

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Cada vez que re leo este texto, me asombran, como si fueran nuevas para mí, las palabras de Jesús  «Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Me fascina que aquel a quien, en Navidad, decimos “El Emanuel”, el “Dios-entre-nosotros” diga cuando se va “ahora es cuando me quedo contigo para siempre”.

Me atrapa porque, creo, supone una provocación que, a la vez, sosiega y alienta, apacigua y reanima.

Me maravilla porque toca la esencia del ser humano.  
Es algo semejante a la vivencia que palpita en el ánimo de la abuela cuando espera el nieto o la nieta de la hija embarazada: la realidad y la ilusión conviven en el mismo corazón.

Y es que los humanos necesitamos tocar y palpar la vida.
Pero la vida honda, plena como escribía Saint Exupéry, “solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”.

Así que lo difícil, lo complicado, lo que necesita toda persona bienaventurada y aventurera es vivir con pasión que ese “estoy con vosotros” es tan apasionante y real como la noticia de la vida nueva del nieto o de la nieta que llega.

Es tener la certeza de que Jesús se va porque alberga la ilusión de preparar un hogar acogedor y familiar para sus amigos.

  • Alberga una ilusión como la que movió a su padre José a preparar una casa para compartir con su amada del alma María.
  • Desea preparar un hogar como el que Él mismo se encontró.
  • Anhela vivir en una familia de corazón tan grande como la que sus padres prepararon para Él, el esperado “Emanuel” una vez que el ángel anunciara a su madre María que tenía un nuevo horizonte.

Es posible que estés pensando, apreciada persona que lees estas líneas, que bastante tienes con vivir el presente como para empezar ahora con “proyectos de enamorado”.

Te confieso que también yo me encuentro entre aquellos que en aquel monte de Galilea dudaron.

Pero, con la misma sinceridad reconozco que, del mismo modo que me seduce la amistad que podemos construir entre tú y yo, me convence la amistad que se esconde detrás de la propuesta de Jesús cuando dice:

«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y (…) descubrid cómo guardar todo lo que os he mandado».

El motivo por el qué me encanta la propuesta de Jesús es porque es una doble invitación impregnada de autenticidad:

Una como la que sugiere el terapeuta Jorge Bucay “Nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes”.

Otra porque renueva in mi interior la que mi madre me preguntaba incansable al acercarse la Navidad “¿Cuándo vuelves hijo? Te estamos esperando”.

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