Personas maravillosas
Juan 16, 12-15
Por José Ramón Ruiz Villamor Sacerdote (miembro de CSJ)
La vida, en ocasiones, te regala personas maravillosas.
Son muy escasas y parece un regalo sencillo pero es espectacular.
Recibir ese regalo es una gran suerte, porque cuesta mucho trabajo ser “persona maravillosa”.
Para ser persona maravillosa hay que ir a contracorriente.
Por eso hay que tener la voluntad de serlo y hacer lo “imposible” por que así sea.
Porque lo normal, lo común y frecuente en la mayor parte de las personas es valorar la capacidad de vivir la propia vida, preocuparse por sí mismo, buscar y incluso exigir “lo que merezco”.
Si, además, observamos lo que ocurre en la sociedad vemos como, en la mayor parte de las ocasiones, lo importante es evitar conflictos.
Y si ampliamos el horizonte, no nos sorprende que los países a duras penas consigan evitar las guerras hasta el punto que parece más realista que conseguir la paz.
Así, en este mundo global, “es normal” que cada uno busque sus propios intereses.
En cambio la “persona maravillosa” cree que la humanidad sea una familia grande.
Y cada día, trata de conseguirlo empezando por su entorno e implicándose en que sea una familia.
Pero no lo tiene nada fácil.
El enorme esfuerzo que las personas maravillosas realizan para construir familia no llama la atención, es tan silencioso y constante que, como ocurre con el cariño de la madre, pasa desapercibido.
De ahí que la fiesta de la Trinidad, la fiesta de la “Familia de Dios”, sea la gran ocasión para abrir los ojos y dar las gracias a cada “persona maravillosa” que la hace real y posible.
Porque, cada día, esa persona se esfuerza con entusiasmo por ser paciente y afable, comprensiva y servicial.
No tiene envidia.
No presume ni se cree más que los demás.
No es maleducada ni egoísta.
No se irrita ni lleva cuenta del mal.
No simpatiza con la injusticia sino que empatiza con la verdad.
¿Cómo descubrir que tienes la suerte de haber recibido el regalo de una persona maravillosa?
Si observas con detalle, verás que disculpa siempre, se fía siempre, espera siempre, aguanta siempre.
Así, cada una de esas personas consigue
que vivamos la esperanza de que la tierra se pueda teñir de cielo,
que la paz no es solo una promesa
y que el amor no falla nunca.