¡Ven, Espíritu Santo, Ven!
Domingo de Pentecostés
Por Julián del Olmo – Sacerdote
Ven, Espíritu divino…
y renuévanos por dentro y por fuera
porque la pandemia nos frenó en seco
y nos cuesta poner en marcha
la fe, la esperanza y la alegría de vivir
después de haber visto tanto sufrimiento y mortandad.
Ven, Espíritu divino…
y renuévanos por dentro y por fuera
para que con la vacuna en el cuerpo
y tus siete dones en el alma
seamos hombres y mujeres nuevos
en el nuevo tiempo que la pandemia ha instaurado.
Ven, Espíritu divino…
y renuévanos por dentro y por fuera
para que salgamos de nuestro gueto y zona de confort
y nos abramos a las “periferias de la existencia humana”,
de cercanías y de larga distancia,
porque aunque nadie es imprescindible,
todos somos necesarios y nadie puede quedar excluido.
Ven, Espíritu divino…
y renuévanos por dentro y por fuera
para que podamos hablar la lengua
del amor, la compasión y la misericordia
que Tú infundiste a los Apóstoles,
una lengua que todo el mundo entiende.
Ven, Espíritu divino…
y renuévanos por dentro y por fuera
para que el río de Gracia y Vida
que nos envías desde el cielo
sane los corazones heridos
y fertilice la tierra maltratada y envejecida.
“Ven, Espíritu Santo,
dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva a quien busca salvarse
y danos tu gozo eterno”.