El angelito curioso
Juan 10, 11-18
Por José Ramón Ruiz Villamor – Sacerdote (CSJ)
En la reflexión sobre la “Resurrección”, encuentro dos narraciones que me encantan.
Una de ellas, que circula por las redes y que te trascribo, cuenta como Dios ha previsto arroparnos al momento de nacer a la vida, de modo que lo vivamos en la confianza.
El angelito Curioso
Curioso era un angelito rechoncho que siempre quería saberlo todo. Preguntaba continuamente a Dios todo aquello que se le ocurría. Preguntaba incluso cuando todos dormían, él solo quería aprender y aprender lo máximo posible, para ir muy preparado a la tierra. Quería ser el mejor de todos, y que Dios se sintiese orgulloso de él. Pero un día Dios quiso saber qué le impacientaba a Curioso. Fue entonces cuando Curioso confesó a Dios todo su miedo a no saber comportarse correctamente, a no encontrar su sitio y perderse en un mundo tan grande. Y Dios, tiernamente cogió al angelito en su mano y le explicó:
– Cuando llegues a la tierra, nacerás de nuevo. Tendrás que aprender a hablar, a andar, a jugar. Tendrás frío en invierno y calor en verano, y a veces habrá cosas que no te gusten y te harán llorar. Todo lo que vives aquí, será distinto en la tierra, por eso todo lo que ahora sepas, no lo recordarás al nacer. Sin embargo, igual que aquí has aprendido de mi, en la tierra habrá quien te enseñe todo lo que necesites, quien te arropará cuando tengas frío, quien te calmará el llanto con abrazos, y quien te responderá cada pregunta que hagas aunque esté descansando.
Entonces Curioso, aún se entristeció más, y le preguntó a Dios:
– ¿Y siendo la Tierra tan grande, con tanta gente distinta, y yo tan pequeño, como voy a saber a quién preguntarle?
Y Dios, despacito, posándole sobre una nube de algodón, le dijo:
– Cuando llegue el momento, tan solo tendrás que mirar a sus ojos, te sentirás tan a gusto entre sus brazos, tan calentito…Que no tendrás ninguna duda. Y cuando calme tu llanto, y sientas la misma paz que tienes aquí arriba, sabrás sin duda, que ese será tu maestro, de quien aprenderás todo en la tierra y quien no se separará de ti jamás. Además, Curioso, todos los angelitos, reconocen a su maestro desde el primer momento en que lo ven, será la más guapa de todas, por mucha gente que haya, entre un millón de maestros, solamente habrá una persona capaz de hacer magia contigo como hago yo…Tu mamá.
Curioso, miró a Dios y sonrió, y por primera vez en mucho tiempo, se sentó a descansar y esperar el momento en que le tocase la suerte de conocer a esa persona tan importante que sería su mamá.
Me encanta este cuento que nos rememora a nuestra infancia.
Lo he trascrito aquí pienso trasmita de un modo ilusionante cómo la vocación de la madre hace parte de la vocación de Dios. De este modo tan sencillo permanece en nuestro interior la certeza de que en la aventura de la vida no estamos solos.
Pero tú y yo sabemos que las circunstancias que envuelven la vida siempre suponen un reto.
Lo cierto es que, a pesar de los desvelos de los padres, no es fácil ser feliz ni ignorar esas circunstancias que jalonan mi día. Ya lo sugería Ortega y Gasset cuando afirmaba “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Por ello, el otro texto que te propongo es el que narra el capítulo 10 del evangelista Juan.
En él, Jesús se propone como la persona de confianza para vivir esta vida en plenitud.
Y sobre todo ese corazón amigo con el que andar la senda de la vida nueva y de la Resurrección.
El Buen Pastor
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».
Deseo que te quedes con una certeza: así como la narración del cuento nos convence que la madre es la persona, el regalo, “el ángel” que acompaña nuestro nacer a la vida este evangelio sugiere que Jesús sea otro “ángel” en quien podemos confiar para andarla.
Es sencillamente una cuestión de confianza.
Es aceptar, en la alegría, que con él podemos vivir el amor del Padre de vida.
A diferencia de los ladrones que te roban el corazón y se quedan con él, Juan con su evangelio trata de sugerirte que de la mano de Jesús es posible encontrar la verdad de nuestra existencia.
Y sobre todo hacerlo sin miedo.
Y así, como cuando nacemos a esta vida tenemos a una madre que nos espera, del mismo modo cuando nos toque nacer a la Vida Nueva, tendremos la confianza de que un Padre nos espera.
Pienso que por ello Juan habla de un “entrar y salir” que son dos verbos significativos de la vida, como el nacer y el morir. Así en Jesús, “puerta” verdadera de la vida, ésta adquiere una dimensión inigualable. Él “viene” para dar, para ofrecer la vida en plenitud.