“No me juzgues por mi pasado
ya no vivo allí”
Mateo 5, 17-37
Por José Ramón Ruiz Villamor Sacerdote (miembro de CSJ)
“Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña”.
Era yo adolescente cuando oí a mi profesor de filosofía, el p. Natale, decir esta famosa expresión del griego Heráclito.
Entonces me parecía curiosa. Pero solo eso.
Ahora, con lo vivido, creo entenderla mejor.
Sabemos que ser feliz no es una cosa que se haga en un instante, como hacerse un shelfie.
Las personas somos mucho más de lo que hemos hecho o conseguido.
Es algo que los hijos nos hacen experimentar con intensidad: vivir en plenitud es un proceso sin fin.
La esencia mágica que esconde ese proceso es vislumbrar, cada día con un poco de más claridad, que somos un bien muy preciado. Lo sabemos.
Pero también sabemos, como decía el poeta T. S Elliot que “la plenitud que ansía el corazón humano siempre está disponible”.
Así que, a veces, tenemos la sensación que sea como la zanahoria que el burro nunca alcanza.
Al leer este trozo del evangelio de Mateo te ruego no te quedes en la letra y puedas leer entre líneas.
De hecho Jesús sabe que cada cultura tiene sus formas de ver las cosas de la vida.
Del Evangelio de Mateo:
https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy/2023/02/12.html
Como puedes ver, en su forma de hablar Jesús utiliza un recurso muy efectista.
Contrapone el «Habéis oído que se dijo…» con el «En cambio yo os digo…».
Si observas el efecto que consigue con estos contrastes que va proponiendo es a la vez una idea muy clara y sencilla: “la plenitud mana en ti solo cuando te vacías”.
Quizá por eso, nos resulta curioso que, mientras nos es difícil describir en qué consista la felicidad, en cambio sabemos que vivir en plenitud es exactamente lo opuesto a vivir en el vacío.
De hecho la experiencia nos dice que cada jornada de la vida siempre está entreverada de desánimo, angustia, miedo y sensación de soledad.
Pero también es cierto que esa misma experiencia nos sugiere que es ahí, en esas vivencias donde vamos comprendiendo que vivir en plenitud no es lamentar lo que nos falta o sufrir por lo que nos sobra.
Sino que el truco está en saber aceptar lo que no se puede cambiar, tener valor para transformar lo que sí puede cambiarse y seguir progresando sin perder ese equilibrio personal.
En el fondo, entre líneas, creo que Jesús desea transmitir que la senda de la plenitud no es nada fácil.
Es ir tomando conciencia de aquello que llevamos en nuestra personalidad y que nos define.
Por eso, el texto de Mateo, desea que vivas la certeza de que en este proceso no estás solo.
Y además para que te afiances la confianza de saber que estás andando la senda del equilibrio contigo mismo y la propia vida, aporta un truco muy sencillo: «Que tu hablar sea sí, sí, no, no»
Me encanta la sencillez con que lo trasmite Madre Teresa:
«La plenitud de nuestro corazón se expresa en nuestros ojos, en nuestro tacto, en lo que escribimos, en lo que decimos, en la forma en que caminamos, en la forma en que recibimos, en la forma en que servimos».