TO-27C- El que regala bien vende…

El que regala bien vende si el que recibe lo entiende

Lucas 17,5-10

Por José Ramón Ruiz Villamor Sacerdote (miembro de CSJ)

¡Cómo me encanta este refrán!
Lo decía a menudo mi madre.
Y no entendía que todo regalo es interesado. Con él me animaba a ser generoso sin desesperar.

En la época en la que se regalaba especialmente lo que se hacía en casa podía ocurrir que quien recibía el regalo no apreciara el cariño que encerraba.

Me ha surgido espontáneo al leer el texto del evangelio de Lucas.

Y es que, en ocasiones, es muy complicado superar los conflictos que genera en nuestro interior la inter-relación con otras personas. Se nos hace muy duro ver que dentro de quien nos desagrada haya una persona. Incluso nos resulta especialmente imposible perdonar al amigo que nos traiciona.

El estilo de vida que nos desgrana Jesús implica hacer milagros, que lo imposible sea posible.

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

Observa cómo los “imposibles” que plantea el texto son realmente sorprendentes:

  • que una planta obedezca nuestros deseos;
  • que además, esa planta, siendo de secano y con raíces profundas viva feliz de la sal del mar;
  • y que tu cabeza o la mía, amuebladas como las de un señor quieran ver la vida como la ve un siervo cuya única recompensa es el gusto de ser siervo.

Estos imposibles son la respuesta de Jesús a la inquietud que había suscitado en sus compañeros de camino al afirmar “debes perdonar setenta veces siete”.

Y si analizas el trasfondo del mensaje, estarás de acuerdo con Jesús.
Realmente lo que nos resulta enormemente difícil es reconocer que todo en la vida es un regalo.

Esa es la senda de la fe.

En el mundo del Padre, en el Reino de Dios, todo es un regalo.
A los humanos nos cuesta aceptarlo porque manejamos dinero.
El dinero, al poner un valor a cada cosa, nos aprisiona en la cultura del interés.

Y cuando piensas y calculas, mides y pagas, y correspondes por interés en tus relaciones… ya te has infectado con la lógica del dinero.

Es por eso que lo imposible permanece.
Porque solo el corazón generoso puede, como la semilla de mostaza, desarrollar la vida que alberga.

Quizá, por eso mismo nos cuesta aceptar el regalo más auténtico, desinteresado y universal:
– El abrazo de un hombre, llamado Jesús, agarrado a los brazos de un madero.
– El beso cariñoso y  entrañable del “Señor” que colgado de ese mismo madero, siembra semillas de vida nueva.
– El amor de Dios, de ese Padre creativo que cada mañana te regenera y te invita a saborear los aromas del encuentro mientras sorbes el café que alivia el peso de la jornada.

La vida es un regalo. ¿Lo crees?

A mi me parece que con la propuesta de Jesús de “perdonar siempre” la culpa desaparece.
Lo que me hace pensar que aceptar lo que la vida regala no sea un reto “imposible”.

A eso, mi madre se refería cuando, con salero, repetía “el que regala bien vende si el que recibe lo entiende”

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