27-Mi fe: Las prostitutas le creyeron (1 de 3)

Mi fe

(Las prostitutas  le creyeron)

1 de 3

Mateo 21, 28-32

Por José Ramón Ruiz Villamor  – Sacerdote (miembro de  Congregación de San José)

¿Por qué esta expresión de Jesús en el título? Porque  el mensaje que esconde es importante para Jesús.

Con “le creyeron” Jesús se refiere a Juan el Bautista. Así de fuerte suena la actitud de Jesús ante la polémica con las autoridades judías.

El Jesús de Mateo está dispuesto a enfrentarse a pecho descubierto a la incredulidad. Esa incredulidad o falta de fe, no se refiere a las dudas  que surgen cada vez que conjugas en tu cuotidiano el “te quiero” y el “te creo”.

La incredulidad que Jesús rechaza es la consecuencia de la dureza del corazón, de la indiferencia a los motivos de la alegría o sufrimiento de las personas; del razonarlo todo con tal de no salir de la propia comodidad. 

El motivo del enfado de Jesús es que esta actitud desactiva la acción de Dios.

En cambio descubrir, en cada gesto, una expresión del amor de Dios hace parte de la sabiduría y del camino que da sabor a la vida. Posiblemente sea, incluso, el motivo que haga entender el por qué Jesús nace  y vive entre nosotros.

La vocación de Jesús es ayudarnos a ver cómo Él se relaciona contigo y conmigo a través de esos pequeños gestos de amor compartidos.

Lo que realmente Jesús no aguanta es que personas con autoridad se afanen en  transformar nuestra sociedad de forma que en lugar de ser un grupo de personas solidarias sea un conjunto de individuos egoístas preocupados más por la propia vida que por la de los demás.

Para Jesús, desactivar el sacrificio realizado por amor es tapar los ojos a la acción de Dios. Esa es la increencia que, creo, combate Jesús también en este trozo de evangelio de hoy.

Permite que me alargue y te lo describa.

Para ello te animo a que puedas leer los capítulos 21 y 22 de San Mateo en este enlace: https://conferenciaepiscopal.es/biblia/mateo/#cap21

En breve la secuencia es:

Como sabes, Jesús, llega de Galilea a Jerusalén. Será esta la ocasión en la que coincidiendo con la celebración de la Pascua, lo crucificarán. Él lo sabe. Lo va anunciando a sus compañeros.

Su entrada en Jerusalén es triunfal, la recordamos el domingo de Ramos. Seguido se va al templo y, enfadado con lo que ve, echa a los vendedores y cambistas que pululan y mercadean por la gran explanada. Entonces cuenta Mateo que…

 les dijo: «Está escrito: “Mi casa será casa de oración, pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos”» Se le acercaron en el templo ciegos y cojos, y los curó. 1Pero los sumos sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que había hecho y a los niños que gritaban en el templo «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron 1y le dijeron: «¿Oyes lo que dicen estos?». Y Jesús les respondió: «Sí; ¿no habéis leído nunca: “De la boca de los pequeñuelos y de los niños de pecho sacaré una alabanza”?». 7Y dejándolos salió de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche.

Al día siguiente, volviendo de Betania a Jerusalén, con intención de continuar en el Templo y plantar cara a los sumos sacerdotes, sucede lo del antojo de higos que termina con la expresión de Jesús:

Todo lo que pidáis orando con fe, lo recibiréis

Ya en el Templo, cuando las autoridades se encaran con él preguntándole con qué “derecho” está actuando la respuesta de Jesús consiste en contar tres parábolas que como dice la Versión Oficial de la Conferencia Episcopal Española de la nueva Biblia de Jerusalén “revelan un notable carácter polémico con las autoridades judías que se va manifestando en evidente progresión”

  • Esta de Mateo 21, 28-32 es nuestra parábola, donde les reprocha no haber creído a Juan el Bautista
  • En la siguiente parábola de Mateo 21, 33-43, les recrimina no creerle a Él.
  • En la última parábola de las 3, Mateo 22, 1-14, les echa en cara no creer a sus enviados.

Después de ello, los Fariseos se ponen de acuerdo para intentar comprometerle.

Ya ves que Jesús cuenta las 3 parábolas seguidas. Le salen como a borbotones.

Entre las tres Jesús evidencia los motivos por los que está determinado a romper con sus adversarios, con el grupo de las autoridades.

Por eso puedo decirte, con tranquilidad, que cuando Jesús describe, en esta primera parábola a los dos hijos no está pensando en ti y espero que tampoco en mí. En esta ocasión me incluyo porque yo soy sacerdote y tengo un compromiso vocacional con Jesús.

Pienso que, en este caso, Jesús no desea decirte cómo tiene que ser tu fe (como la del segundo hijo). No.

Más bien pienso que te está intentando avisar para que no te dejes llevar por quien no te conviene. Algo parecido a lo que hace una madre o un padre cuando no le gustan las compañías de sus hijos.

De hecho es posible que tú y yo no nos encuadremos en ninguno de los dos hijos. En mi cabeza y en mi vida no me cabe decir sí para luego no cumplir. Tampoco decirle no a mi madre cuando me pedía algo.

Lo peor de la actitud del hijo que dice primero sí para luego no implicarse es que desanima, desinfla, derrota el compromiso. ¡Cuántos matrimonios se rompen por eso!

Jesús se opone frontalmente a las personas que encuentran razones para su falta de compromiso porque vacían de contenido el sacrificio de las personas que gastan su vida amando. Esa forma de ver la vida, deja sin sentido incluso el propio sacrificio de Jesús y por supuesto el valor de su Resurrección.

Jesús rechaza esta actitud que fomenta el desinterés. 

El desinterés es la respuesta natural de la persona que se siente derrotada. Hay una expresión italiana que refleja muy bien esta actitud: menefreguismo.  Indica la filosofía de vida por la que a uno ya le resbala todo. Del italiano me ne frega, o non me ne frega niente («me resbala», «no me importa nada»).

En el fondo, la cuestión que plantea aquí Jesús es más dura, más seria: ¡cómo seguir creyendo y sacrificándote en la vida por algo, por alguien, cuando sientes la soledad, el abandono y al mirar a tu alrededor nada te anima a seguir haciéndolo!  Aún más te encuentras con que personas que debieran acompañarte te critican.

Por eso Jesús al hijo que derrota, al que primero dice sí para que sea luego no, lo contrapone con el hijo derrotado, que primero dice no pero luego, se le activa el corazón y va.

Jesús identifica al hijo No/Sí con las prostitutas.

Con ello pienso que Jesús desea evidenciar que él reconoce la disposición del corazón que es capaz de detectar la autenticidad del amor verdadero; y posiblemente también esté sugiriendo que sea necesario educar el corazón.

El corazón, como sede de los sentimientos, hay que dirigirlo para sentir la vida en su plenitud. No hay que ponerle freno, pero sí  cauce; usarlo para dar vida evitando herir o matar a nadie.

No es fácil. Como dice San Pablo: sé que no he hecho, lo suficiente, el bien que hubiera querido, sino el mal que nunca quise, pero sigo corriendo con ilusión hacia la meta, por si algún día logro alcanzarla.

A la mayoría de nosotros no se nos va a pedir morir en una cruz, sino simplemente pasar haciendo el bien. Es verdad que para eso hay que hacer muchas renuncias y compartir muchas cruces…pero también es verdad, que éstas forman parte de la vida cotidiana  y que muchas veces ni nos damos  cuenta…

Me viene  a mi mente  las palabras de Jesús sobre sacrificio,  personas, hijos, amigos  y me pregunto ¿lo estoy haciendo bien?

Me refiero a educar en el sacrificio. Es educar a la libertad; saber decir «sí  o no», más  allá del «me gusta o no me gusta». Para no dejarse llevar por la corriente hay que hacer músculo , y el músculo  no se hace en el sofá.

Educar en el sacrificio es una preparación para lo que venga después: matrimonio, maternidad, familia, amistad, asumir responsablemente una profesión… A veces me pregunto si con más capacidad de sacrificio nuestros sufrimientos serían menores.

El sacrificio hace pareja con la capacidad de auto exigirse  y esta con la fe en uno mismo y la autoestima.

Es el ejemplo de personas que saben exigirse antes que exigir a los demás, que saben decir sí  o no por fidelidad  a sí mismo y a los demás  es el mejor estímulo para educar en libertad.

Encauzar así el corazón es la actitud de la persona que cree que el amor de Dios trasforma, regenera, resucita.

Y eso, es exactamente lo que Él desea.

para descargar el pdf pincha aquí

Las cookies nos permiten ofrecer nuestros servicios. Al utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de las cookies. Más información.