Amaos. . . como yo os he amado
Juan 9-17
Por José Ramón Ruiz Villamor – Sacerdote (CSJ)
El fruto del racimo que permanece unido a la vid evoca una sinfonía de imágenes, olores y sabores. Así el apasionante mundo de la uva y del vino.
Jesús de Nazaret afirma que, de un modo semejante, el amor supone una armoniosa, colorida, estimulante y potente receta que da sentido a la vivencia diaria de cada persona.
Así lo cuenta el evangelista Juan:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros».
Hace tiempo pensaba que el amor fuese el motivo, la magia que embriaga a las personas y les anima a querer compartir la vida. Quizá por eso me encanta el himno al amor de San Pablo:
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca.
Con el trascurrir de los años, he comprendido un poco mejor que cuando las personas llevan tiempo compartiendo vida, la realidad se impone tozuda al enamoramiento.
Resultado: la convivencia vuelve cada vez más arduo mantener los sueños.
El texto de hoy supone una bocanada de aire fresco en el corazón que anhela autenticidad. Sugiere la senda a recorrer para que aquel amor inicial evolucione y de sentido a la convivencia.
La propuesta de Jesús se parece a la receta milagrosa que regenera el cartílago de nuestras artríticas articulaciones y nos permite recuperar la libertad y a la vez, nuestra alegría por impulsar la aventura de la vida.
Esa sorprendente y milagrosa receta es: que os améis unos a otros como yo os he amado.
La receta garantiza el resultado si empiezas por el final: “como yo os he amado… amaos”
Esta propuesta de amor de Jesús, la entiende en profundidad la persona que conoce la realidad y vive el dolor que provoca el amar.
Jesús te habla a ti que al amar, al entregar tu vida, sabes que no hay engaño en esto.
Quizá por eso cuando dice “como yo os he amado” esté susurrando al corazón de la madre, del padre, de cada persona que diariamente recarga el compromiso con su vocación, y en el fondo a ti y a mí: “yo también me subí a la cruz de la vida porque quise, porque amé”.
Ahora, con la experiencia vivida, creo poder percibir que, en el fondo, este evangelio anime a recuperar la ilusión, contemplar el horizonte de nuestras jornadas y cumplir nuestros sueños.
Porque en el fondo lo que pretende es que veamos cómo al amar con corazón auténtico, semejante al de Dios, nos estamos proyectando a la eternidad.
Qué demos gracias a cada padre, y cada madre, cuando eligen, cada nuevo día, subirse a la cruz y, sin reparos gastar la propia vida a fin de que cada hijo desarrolle su futuro en salud y felicidad.
Y así, del mismo modo que al “amar como yo os he amado” vives la realidad tal cual es, compruebes cómo las consecuencias de ello también son reales y auténticas:
- cuando llenas de alegría el corazón de las personas que amas y el tuyo. Jesús lo expresa bien cuando dice: Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
- cuando, en tu interior sabes que ese amor es auténtico porque vives la plena conciencia de que también tú eres persona amada que te hace crecer sin fin, sin resquebrajamiento ninguno.
Así lo dice Jesús: No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
- cuando experimentas que al vivir así el amor no solo superas los miedos sino que además respiras aires de libertad y vives la serenidad de que tus proyectos tendrán buen fin. Así lo afirma Jesús: de modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Recuerdo que san Agustín lo decía bien y breve: “Ama y haz lo que quieras”