TO-08C- Amar es saborear el regalo de la vida

Amar es saborear el regalo de la vida

 Lucas 6, 39-45

Por José Ramón Ruiz Villamor Sacerdote (miembro de CSJ)

“Ser o no ser, esa es la cuestión”. Así empieza el soliloquio de la obra Hamlet, príncipe de Dinamarca.
Con ella Shakespeare se pregunta qué hacer cuando los acontecimientos y lo que queremos entran en serio conflicto.
Desde entonces, la pregunta se ha convertido en un paradigma sobre la propia existencia, sobre el propio actuar e, incluso, sobre la vida o la muerte.

1.600 años antes Lucas ya nos plantea una cuestión semejante.
Pero con una diferencia significativa. Jesús sugiere que ante ciertos acontecimientos no es posible permanecer indiferente.

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
« ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

Jesús se dirige a quien le escucha y, sensible a su mensaje, renuncia al odio y a la violencia.
A esa persona enamorada de la  buena noticia del evangelio.
A quien acepta el reto de “Ser misericordioso como el Padre es misericordioso”.

Quien vive la autenticidad y cultiva el corazón compasivo experimenta que cada día necesita alimentar la determinación y regenerar los motivos que animan a colaborar en lo bueno.
Porque no es nada fácil enfatizar lo positivo y quitarle hierro a las dificultades y los problemas.

A pesar de ello, sabemos que, aún silenciosamente, hay muchísimas personas  implicadas en apostar por ello, incluido el difícil arte de hacer familia.

También, los acontecimientos que vive nuestro mundo, nos confirman que se necesita audacia para cultivar lo bueno y, en cambio, es cómodo y sencillo destruir lo que con tanto esfuerzo se ha construido.

¿Qué hacer cuando la realidad que vivimos pone a prueba nuestra voluntad y nuestros sueños?
La experiencia sugiere que no merece la pena separar el mundo entre buenos y malos. Ningún padre lo haría respecto de sus propios hijos. Jesús no lo pretende.

Tampoco tiene sentido desmoralizarse o perder el ánimo por la maldad que hace parte de nuestra vida. Porque por duros que sean los vientos que azotan la casa, el corazón compasivo es como el edificio cimentado sobre roca.

La propuesta de Jesús es sencilla. Abre los ojos a la realidad y alimenta la bondad que atesora tu corazón, como hace la madre que día a día vela por sus hijos.
Me gusta cómo lo proponía la pedagoga italiana María Montessori: “Sembrad en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón”.

Así, este trozo de evangelio, es un homenaje a ti que cultivas el corazón agradecido.
A ti que crees de verdad que merece la pena apoyar las personas que se afanan por procuran el bien.
A ti que a pesar de los contratiempos, acompañas el corazón misericordioso del Padre y cultivas humanidad.
A ti, que amando así, saboreas el regalo de la vida.

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