TC-03C- Adaptarse al cambio es Vivir, no sobrevivir

Adaptarse al cambio
es Vivir, no sobrevivir

 Lucas 13, 1-9

Por José Ramón Ruiz Villamor Sacerdote (miembro de CSJ)

“El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo: «De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: ‘Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo’. «A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: ‘Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en
contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho’.

«Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única oración es la siguiente: ‘Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo’. Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida».”

Esta sugestiva fábula del jesuita hindú Anthony de Mello enfoca la propuesta de Jesús en el Evangelio:

En aquel tiempo se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilatos con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió: «Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: “Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.
Pero el viñador respondió: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».

Jesús invita al cambio, a la conversión, con palabras duras que creo podemos malinterpretar.

Y eso porque a menudo, las mismas personas que son sensibles a este mensaje de Jesús, viven un fuerte sentido de responsabilidad en lo que hacen, y sienten que deben ser fieles a ese compromiso. Así Les ocurre a las madres, a los padres con los hijos; a los educadores y a los médicos con las personas que acompañan.

Opino que Jesús es consciente de este dilema que vivimos.
Por eso, creo más bien que la primera preocupación de Jesús es a evitar el capítulo de culpas, a no descargar nuestras críticas sobre las personas que al afanarse por hacer el bien, incluso, se equivocan.

Y es que siempre que el amor a los demás es la guía de nuestras preocupaciones, como por encanto, se activa un sentido de responsabilidad que nos cuestiona continuamente si lo que hacemos está mal.

Así el cambio, la conversión que plantea Jesús tiene como objetivo el que recuperemos la libertad cuando amamos de corazón.
El dilema que anida en nuestro interior es que no sabemos cómo recuperar la libertad del corazón cuando los sentimientos de culpa nos atenazan.

Por eso es buena la provocación de Jesús. Nos empuja a sumergirnos sin ambages en el porqué de lo que hacemos.
Así, por ejemplo, si tuvieras una invitación a disfrutar unos días en Dubai, y tuvieras que elegir entre un hotel o  ser huésped con los nómadas en el desierto. ¿Cuál elegirías?

Nos damos cuenta que el instinto nos empuja a la aventura.
Pero, posiblemente nos inclinamos a elegir la seguridad, la comodidad que ofrece la ciudad, frente a la incertidumbre que proporciona la aventura.
Y es que nos pasa que la seguridad casi siempre termina imponiéndose.

Es muy sugestivo cómo lo cuenta la Biblia cuando narra cómo Caín mata a su hermano Abel. Porque Caín representa la civilización sedentaria y segura que además, al cultivar la tierra, le otorga la independencia y la prosperidad. En cambio la vida nómada que depende del pastoreo de las ovejas es incierta. Así Abel, que es pastor, experimenta que su seguridad viene solo de Dios.

Bien pues la muerte de Abel por mano de su hermano trata de informarnos que la seguridad de la civilización sedentaria casi siempre terminará con el auténtico espíritu aventurero del ser humano.

Y así la realización de nuestros sueños y la posibilidad de dejar que Dios haga parte de nuestra aventura, se vuelve muy complicada.

La propuesta de Jesús «¡conviértete!», desea recuperar en cada uno el ser «nómadas de espíritu» de tal modo que sea natural que Dios haga parte de la vida y cuente en nuestras decisiones.
Algo parecido les pasa a los padres cuando esperan que su hijo o hija adolescentes les sigan teniendo de referencia en su nueva etapa de jóvenes que se enfrentan al futuro.

Como seres humanos que somos formamos parte de un mundo dinámico que nos envuelve y, a la par, pide que seamos capaces de adaptarnos a múltiples cambios.

Adaptarse equivale a adquirir estabilidad y bienestar psicológicos.

Es lo que experimentamos cada vez que conseguimos salir de la rutina. Este proceso provoca que nuestro cerebro  se regenere y  se adapte a los retos que vivimos. El resultado es euforia y plenitud.

Lo cierto es que todos tenemos la capacidad de cambiar. Pero no todos la misma apertura al cambio.

Por eso nos conviene atender la propuesta de Jesús. Sugiere que lo mismo ocurre con nuestro mundo interior.
Y es que esas “duras” palabras son las que nos diría un buen amigo que nos aprecia.

El objetivo de Jesús es que yo desee comprender que todo cambia y que me conviene hacerme amigo del cambio para que el esfuerzo no sea durante un tiempo sino una actitud de vida.

No hay edad para ello. Es más, con los años comprendo que:
– la inquietud y el estrés que me provocan la necesidad de cambiar pueden ser mis mejores aliados.
– la conversión siempre es semilla de nuevos conocimientos y experiencias, sobre todo interiores.
– en cuanto voy superando los miedos a la inseguridad de “la vida nómada” y mis alarmas dejan que me abra a la novedad se activa un proceso de transformación que permite a Dios implicarse en mi vida.

Así puedo comprobar cómo la propuesta de Jesús tiñe de serenidad el vivir cada día como una oportunidad.

Y sorprenderme al comprobar cómo también yo soy capaz de sonreír ante los cambios.

Para descargar el pdf pincha aquí

Las cookies nos permiten ofrecer nuestros servicios. Al utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de las cookies. Más información.