01C- No tengas miedo

No tengas miedo

 Lucas 21,25-28.34-36

Por José Ramón Ruiz Villamor Sacerdote (miembro de CSJ)

 

Cada año, al aproximarnos a la Navidad recuperamos las ganas de creer que sea posible un mundo distinto, nuevo, en el que el amor señoree entre las personas.

Nos encanta la magia de la auténtica navidad.
Hasta el punto de que si tuviéramos la seguridad que esa magia fuera real, estaríamos dispuestos a poner todo de nosotros mismos.

Lo cierto es que a partir del siete de enero, la realidad se vuelve a imponer a la par que guardamos los adornos y el belén en las cajas que los conservarán hasta que los recuperemos el próximo año.

De modo que al año siguiente nuestro desencanto es tal que sólo la ilusión que refleja la sonrisa de los pequeños es capaz de reactivar y recargar nuestras decepciones.

Esa esperanza que irradian los ojos de un niño, es tan potente que, durante unos días, consigue hacernos sonreír y, a la vez, olvidar el desasosiego y la impotencia que nos provoca una sociedad amenazante, inestable e insegura como la que nos envuelve.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

El mensaje que trasmite Lucas en este primer domingo de adviento, no tengas miedo, se acerca vuestra liberación, resuena en nuestros oídos pesimistas como la magia del niño en nuestro corazón.

Desearíamos confiar y creer que así sea.

En nuestro interior suena como una bonita invitación a no desinhibirme, a evitar desactivarme, a encontrar razones para la alegría.

Por eso, aunque el realismo se imponga en nuestra jornada y pueda teñir de tristeza nuestro ánimo, me gustaría susurrarle a tu corazón: “Alégrate, tu Dios está contigo. Se acerca tu liberación”.

No es solo una bonita frase o un slogan para animarte.
Es el proyecto y el compromiso que el Dios de la Alianza desea realizar contigo.

Este Dios no pretende camelarte como hacen los poderosos de este mundo con sus estrategias; tampoco se impone por la fuerza.

Te pide que lo aceptes como una espera y lo vivas en la esperanza.
Es un proyecto que permite reconocer a Dios en ti mismo y en quien hace parte de tu vida.

Es una espera serena entreverada de confianza; pero no es pasiva.

No es como quien, paciente o quizá algo nervioso, aguanta en la parada del bus.
Es una espera vigilante. Tan realista que reconoce su impotencia.
Tan ilusionada y activa que se atreve a mirar a los ojos de Dios.
A ese mismo Dios que, como un huésped, se aloja en tu interior.

“Alégrate, tu Dios está contigo. Se acerca vuestra liberación” es un proyecto.

Que  provoca un cambio de rumbo en nuestra existencia.
Un cambio de valores.
Porque cuando un niño se aloja en tu interior y te roba el corazón, se trastocan los propios valores y, por supuesto, nuestra forma de ser, de vivir y de actuar.

Y cuando ocurre algo así, el miedo o mejor los miedos desaparecen… como por arte de magia.

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